GREEN ISLAND, NUEVA YORK, EE.UU. (AP) | 08 DE MARZO DE 2012
Eben Bayer y Gavin McIntyre descubrieron como cultivar hongos especiales
Resulta que los hongos, tan sabrosos en sopas, guisos y ensaladas, también representan un excelente material de empaque.
Los hongos son un ingrediente clave en los ladrillos blandos de color pálido producidos en una fábrica del norte de Nueva York que se utilizan para acolchar una variedad de productos, desde computadoras hasta muebles.
Para ser más precisos, los ladrillos se fabrican con micelio, la “raíz” oculta de los hongos que suele introducirse en la tierra o la madera. Dos estudiantes de ingeniería mecánica y diseño, Eben Bayer y Gavin McIntyre, descubrieron cómo cultivar esos filamentos de consistencia similar al algodón de manera tal que enlacen cáscaras de semillas y otros subproductos agrícolas para producir bloques premoldeados para el empaque.
Su compañía creada hace cinco años, Ecovative Design, ha logrado introducirse en el muy rentable mercado de alternativas ecológicas a las espumas de plástico y su negocio está brotando como los hongos después de la lluvia. Bayer y McIntyre están ampliando su línea de productos para abarcar desde calzado hasta parachoques de autos.
“Queremos ser el Dow o DuPont de este siglo”, dijo Bayer.
Si la aspiración suena excesivamente ambiciosa, el hecho es que hace apenas seis años Bayer y McIntyre eran alumnos del Instituto Politécnico Rensselaer que cultivaban hongos debajo de sus camas para un proyecto. Hoy, los jóvenes empresarios están duplicando con creces su espacio de producción y recientemente anunciaron un negocio con Sealed Air Corp., la gigantesca empresa de empaques conocida por Bubble Wrap, el rollo burbuja.
No está mal por tratarse de un producto que se autocultiva.
Los trabajadores en Ecovative introducen micelio en trozos pasteurizados de cáscaras de semillas o tallos de plantas. Luego colocan la mezcla en moldes de plástico con la forma de las piezas a empacar, por ejemplo una botella de vino.
Durante cinco días, millones de hebras de micelio crecen en torno y a través de la materia vegetal, actuando como una especie de adhesivo. La pieza es secada con calor para matar los hongos. Puesto que el micelio es clonado, el producto no contiene esporas que pudieran causar alergias. El producto final es teóricamente comestible, aunque no luce sabroso ni se lo recomienda como merienda.
Los hongos son un ingrediente clave en los ladrillos blandos de color pálido producidos en una fábrica del norte de Nueva York que se utilizan para acolchar una variedad de productos, desde computadoras hasta muebles.
Para ser más precisos, los ladrillos se fabrican con micelio, la “raíz” oculta de los hongos que suele introducirse en la tierra o la madera. Dos estudiantes de ingeniería mecánica y diseño, Eben Bayer y Gavin McIntyre, descubrieron cómo cultivar esos filamentos de consistencia similar al algodón de manera tal que enlacen cáscaras de semillas y otros subproductos agrícolas para producir bloques premoldeados para el empaque.
Su compañía creada hace cinco años, Ecovative Design, ha logrado introducirse en el muy rentable mercado de alternativas ecológicas a las espumas de plástico y su negocio está brotando como los hongos después de la lluvia. Bayer y McIntyre están ampliando su línea de productos para abarcar desde calzado hasta parachoques de autos.
“Queremos ser el Dow o DuPont de este siglo”, dijo Bayer.
Si la aspiración suena excesivamente ambiciosa, el hecho es que hace apenas seis años Bayer y McIntyre eran alumnos del Instituto Politécnico Rensselaer que cultivaban hongos debajo de sus camas para un proyecto. Hoy, los jóvenes empresarios están duplicando con creces su espacio de producción y recientemente anunciaron un negocio con Sealed Air Corp., la gigantesca empresa de empaques conocida por Bubble Wrap, el rollo burbuja.
No está mal por tratarse de un producto que se autocultiva.
Los trabajadores en Ecovative introducen micelio en trozos pasteurizados de cáscaras de semillas o tallos de plantas. Luego colocan la mezcla en moldes de plástico con la forma de las piezas a empacar, por ejemplo una botella de vino.
Durante cinco días, millones de hebras de micelio crecen en torno y a través de la materia vegetal, actuando como una especie de adhesivo. La pieza es secada con calor para matar los hongos. Puesto que el micelio es clonado, el producto no contiene esporas que pudieran causar alergias. El producto final es teóricamente comestible, aunque no luce sabroso ni se lo recomienda como merienda.
“Es biotecnología de baja tecnología”, dijo Bayer.
Extraido de http://www.laopinion.com.co/noticias
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